viernes, 29 de mayo de 2009

RELATO Nº4

HÍPICA MALSANA



El caballo estaba a punto de reventar. Pero aguantaba. Cinco horas sin parar o tal vez cinco siglos de carrera continuada. Espumarajos por la boca, sangre y sudor a chorros desde el cuello hasta los ijares, y las tiras de cuero de la fusta (con el mango religado a mi muñeca y la empuñadura plateada, a la manera de la que gastan los gauchos) lacias de tanto pegar.
Mi montura no podía más y los perseguidores invisibles, cabalgando a lomos de corceles alados, inasequibles a la fatiga y al instinto de supervivencia, cada vez más cerca.
Un entero, un medio, un cuarto, la mitad de un cuarto, la mitad de la mitad de un cuarto… Se nos echaban encima.
De repente, al cabo de una cuesta, enfrente de mí, la salvación o el suicidio, en forma de imperioso dilema teñido con los colores del crepúsculo: una falla entre las rocas, abierta como las fauces de Satanás, de tres metros de ancho. Abajo, muy abajo, el destello resonante de un torrente.
Un latigazo más, un esfuerzo supremo, un salto en el vacío y…

Así fue como, contra mi voluntad, se forjó en la comarca la leyenda del jinete azul.


SAKI

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