viernes, 29 de mayo de 2009

RELATO Nº1

HERENCIAS


Dispuso todo para su muerte con la misma naturalidad meticulosa con la que nos habría hecho arroz con leche. Nos facilitó el color del ataúd, las palabras de la esquela, la blusa azul con la que quería ser enterrada y el orden en el que nos colocaríamos para recibir el pésame. No os preocupéis- nos decía siempre- no pienso daros un susto. Yo tendré una muerte ordenada y sin ruido. Lo decía como si verdaderamente pudiese cumplir la promesa. Ante la determinación con la que llevaba a cabo sus manías siempre nos habíamos sentido faltos de voluntad y de objetivos.
Después del entierro hubo que recoger algunas de sus cosas. Empecé por el armario donde guardaba los abrigos. Allí estaban, al menos diez, ordenados por tamaños y colores, como un ejército de soldados desalmados. Entonces comprendí algo: su vida había sido eso, un terco propósito de ordenar el vacío.

Rocío Hernández Triano

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