domingo, 31 de mayo de 2009

RELATO Nº22

HUMO


Caminaba tratando de olvidar y sus ojos se dirigían al asfalto, e invariablemente, la vista se posaba en las cajetillas de tabaco y leía, como en una esquela: “Fumar acorta la vida”. Esta vez, el martilleo monótono en las sienes, de pura repetición, era políglota: “Smoking kills”. Cualquier chispa le devolvía su mirada, envuelta detrás del humo y las gafas, cigarrillo en mano, como otro dedo más, sólo que más blanco. Ahora su rostro se dibujaba, insistente, de día y se presentía de noche, y en el despertar sobresaltado, le decía –sonriendo-: calma, estoy aquí. Sí, en la otra almohada.

No quiso decirle nada, solo una frase enigmática: Me gustaría haber hecho algo más por ti, pero no pude. Desolación sin despedida porque el peón prefirió, en su última jugada, no decirle a la reina que dejaría el tablero, oculto bajo una mascarilla de oxígeno. Y el dolor se queda atrapado en la cajetilla, y las cenizas ya no están en un cenicero cualquiera, sino esparcidas en la mar en calma que tanto le gustaba. Así que irá a la máquina de tabaco, pedirá una cerveza, deslizará la uña torpemente, deshaciéndose del papel, escribirá su nombre dentro. Y sobre el cenicero, prenderá ella fuego al paquete, a ver si así, la llama que purifica, le devuelve un poco de paz.

LUCKY

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