viernes, 29 de mayo de 2009

RELATO Nº11

LA LLAMADA


La señorita Jones salió del ascensor del piso 29 con la impresión de que algo no iba bien. El rótulo de 'The Magazine', abandonado sobre la acera, le había señalado su hora: “Me again”.
Tenía que ser él.
Él, que la había invocado día y noche, irremediablemente, desde el trino rítmico y melodioso del canario al levantar el paño que cubría su vigilia. Desde el llanto insomne de un bebé desconocido. Desde la música ambiente del supermercado. Cuando la voz rota del taxista: “No le importará a usted que cante, ¿verdad?”.
Siempre él, desde la tarde en que la telefoneó, hacía hoy cuarenta años y un día, para decirle “Ya no te quiero”.
Ésta, sin embargo, era la primera que la llamaba a través del titular de un periódico, cuando hacía tanto que la costumbre se había instalado en su apartamento como única compañera.
Sabía que estaría allí, al final del pasillo. Llamó al timbre y sintió sus pasos detrás de la puerta. Lentos, grises.
“Así que era eso” -pensó.
Estaba cambiado: la barba cana, ligeramente inclinada sobre el pecho; el pelo ralo, descuidado. Y los ojos cansinos, gastados, muy lejos de aquella mirada entusiasta de otros tiempos. “Me muero” –afirmó Paul- “No hay remedio. Estaba seguro de que vendrías”.
La señorita Jones lo besó en los labios. “Estoy aquí”.
Luego, de la mano, se asomaron al ventanal del piso 29 y se echaron a volar sobre los recuerdos. “Mine” sonaba en la emisora local, dulce anagrama de notas incendiadas.



(Seudónimo: Ludwig)

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