domingo, 31 de mayo de 2009

RELATO Nº23

LA ESQUINA DE CROWN

Es la hora de comer y a la esquina de Crown llegan los olores de los restaurantes. La calle, llena de pisadas, está desierta. Hasta los turistas parecen haberse escondido, dejando de correr de un punto a otro, abandonando la calle para atiborrar los garitos de comida rápida.
En la esquina, y contra todo pronóstico del tiempo, una raya de sol amarillo la cruza en diagonal. Justo allí se coloca el primero de ellos. Trae sombrero, chalequillo, camisa y pantalones negros. Se deja caer y asoman sus timbales, mientras se prepara un cigarrillo. Después llega el violín, con chaqueta de marinero y zapatillas de mil colores. La guitarra y el bajo, que vienen juntos, saludan en un difícil inglés al resto del grupo, sentado en la acera, mientras una pequeña batería empieza a tomar forma.
Botas de puntera texanas, gorros rusos, camisetas hechas en china y camisas inglesas de cuello duro se mezclan. La banda improvisada y con músicos nuevos e itinerantes toma forma. Risas, palmadas, notas desbocadas, 1,2,3 y empiezan a brillar.
Sin preludio, sin presentaciones, sin más, el violín se hace con la calle y todos le siguen a paso de rock para acompañar un Waltzing Matilda mestizo. Los turistas y los demás vuelven a aparecer y se hacen fervientes espectadores en el otro lado de la acera. Suenan las primeras monedas. La calle está llena y viva. Siguen cayendo con más fuerza unas sobre otras. Aplausos. Todo se mueve en la esquina de Crown.

Pétula Clark

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